Thursday, July 24, 2025

Quizás te sientas indigno, pero Dios

 



“Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: cuando aún éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.” Romanos 5:8 (NVI)

¿Alguna vez has mirado tu pasado y has pensado: “Es imposible que Dios ame a alguien como yo”? ¿Alguna vez te has sentido indigno del amor de Dios? Quizás la culpa por decisiones pasadas aún persiste. Quizás te hayas alejado de Dios antes, o quizás nunca te hayas sentido cerca de Él. A veces, los sentimientos de indignidad pueden aferrarnos tan fuertemente que silencian nuestras oraciones, nos aíslan de la comunidad cristiana y nos convencen de que no tenemos redención. Si es así, no estás solo. Pero la esencia del evangelio es esta: Dios no esperó a que te volvieras digno de amor para amarte.

“Pero Dios”. Estas dos palabras en Romanos 5:8 marcan un punto de inflexión, no solo en las Escrituras, sino en la historia de cada creyente. Pablo escribe que éramos débiles, impíos, pecadores e incluso enemigos de Dios. Es un diagnóstico aleccionador del corazón humano, y no es algo que nos guste admitir. Pero la Escritura no se detiene ahí. No nos deja en nuestro quebrantamiento. En cambio, nos lleva a la cruz, donde tuvo lugar la demostración más poderosa de amor.

“Mas Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”.

Jesús no murió por personas perfectas. No vino por los ya limpios ni espiritualmente pulidos. Vino por los quebrantados, los marginados, los avergonzados, los culpables; vino por nosotros en nuestra peor condición. Su sacrificio no fue una respuesta a nuestra bondad; fue una respuesta a nuestra necesidad. Su amor no fue ganado; fue dado.

La verdad es que ninguno de nosotros es digno del amor de Dios por sí solo. Por eso la gracia es tan maravillosa. La cruz no sucedió porque fuéramos dignos de ser amados, sino porque Dios es amor. El peso de nuestro pecado fue tan grande que solo la muerte del Hijo de Dios pudo pagarlo. Pero aún más poderosa que la realidad de nuestro pecado es la realidad de la misericordia de Dios.

Este amor nos transforma. Nos libera de la vergüenza. Nos da una nueva identidad, no basada en lo que hemos hecho, sino en lo que Cristo hizo por nosotros. Nos da la valentía para acercarnos a Dios, no como extraños ni fracasados, sino como hijos e hijas perdonados.

Así que hoy, si te sientes indigno, recuerda esta verdad: recuerda el evangelio. Recuerda la cruz. Recuerda que Dios te amó en tus peores momentos, y nada puede separarte de ese amor. No necesitas ganarte su afecto. Tu salvación no se basa en tu desempeño, sino en la cruz, donde se unen el amor, la justicia y la misericordia. Eres perdonado, bienvenido y tienes seguridad eterna, no porque seas bueno, sino porque Dios lo es. Simplemente necesitas recibirlo. Reflexión:

Tómate unos minutos para reflexionar sobre las áreas de tu vida donde la vergüenza aún resuena con fuerza. Luego, di esta verdad sobre ti mismo: “Pero Dios me amó ahí. Incluso ahí”.

Oración.

Señor, gracias porque tu amor no espera a que yo haga las cosas bien. Gracias porque siendo aún pecador, Cristo murió por mí. Ayúdame hoy a confiar en ese amor, a soltar la vergüenza y a vivir en la libertad que tu gracia me da. En el nombre de Jesús, amén.

Que el Senor te bendiga y te guarde, y que el Senor utilze estas palabras para renovar tu espritu.

Dr. Dimas Castillo

Thursday, July 17, 2025

Arraigados en Cristo

 

"Por tanto, de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, sigan viviendo en él, arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, tal como fueron enseñados, y rebosantes de gratitud." Colosenses 2:6-7

Hace poco, conversé con alguien que realmente amaba la jardinería. Al compartir su pasión, recordé todo lo que ocurre bajo la superficie de una planta, todo lo que nunca vemos. Mi amigo me dijo: "Debajo de cada árbol encontrarás un complejo y fascinante sistema de raíces". Esa imagen me impactó profundamente.

Curioso, investigué más a fondo. Descubrí que las raíces son mucho más que simples anclas en la tierra: son líneas de vida. Atraen nutrientes esenciales, agua y oxígeno. Estabilizan la planta durante las tormentas. Almacenan nutrientes para las temporadas difíciles. En otras palabras, si las raíces de una planta no son sanas y profundas, el resto no puede sobrevivir, ¡y mucho menos prosperar! ¡Qué imagen tan poderosa de nuestra vida en Cristo!

Arraigados y Edificados en Él

Las palabras de Pablo en Colosenses 2:6-7 nos recuerdan el fundamento de la vida cristiana. Así como recibimos a Jesucristo como Señor —por fe, con humildad y en dependencia—, debemos *permanecer* en Él de la misma manera. No con esfuerzo propio, sino manteniéndonos conectados a nuestra fuente.

Debemos estar *arraigados* en Él; es decir, nuestras vidas deben beber de Él constantemente. No ocasionalmente. No solo los domingos o mierco,es. Sino diariamente, profunda y constantemente.

·       Cuando soplan los vientos de la vida —ya sea enfermedad, pérdida, incertidumbre o miedo—, solo las raíces nos sostienen firmes.

·       Cuando llega la sequía espiritual, es el sistema de raíces invisible de la confianza, la oración y las Escrituras el que mantiene nuestra fe verde y viva.

Así como un jardinero coloca cada planta en la tierra adecuada para su máximo crecimiento, Dios nos ha plantado en Cristo. Y Cristo, a su vez, nos nutre con su Palabra, su Espíritu, su presencia y su amor.

Establecidos en la fe

Cuanto más arraigados estemos, más *establecidos* nos volveremos. No se trata de ser perfectos, se trata de estar bien cimentados. Así como un árbol con raíces profundas puede doblarse, pero no romperse, en una tormenta, un creyente arraigado en Cristo puede mantenerse firme ante las dificultades.

Pablo añade que debemos rebosar de ‘acción de gracias’. La gratitud es el fruto de alguien cuyas raíces beben profundamente del pozo de la gracia. Cuanto más comprendemos lo que Cristo ha hecho por nosotros, más agradecidos nos sentimos, no solo en los buenos tiempos, sino incluso en las épocas de prueba.

Dejar que Jesús sea el jardinero de nuestra alma

Jesús no es solo la tierra en la que estamos plantados; también es el jardinero que cuida de nuestras almas. Poda lo que necesita ser podado. Riega con compasión. Nutre con verdad. Es paciente, perseverante y se apasiona por tu crecimiento. Jeremías 17:8 describe una hermosa imagen de una persona que confía en el Señor: "Serán como árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente extiende sus raíces. No teme cuando llega el calor; sus hojas siempre están verdes. En el año de sequía no se preocupa, y nunca deja de dar fruto".

No fuiste creado para sobrevivir con tus propias fuerzas. Fuiste creado para *permanecer* en Él, para que tus raíces se arraiguen profundamente en Cristo. Dejame terminar con estas preguntas de reflexión:

        ¿Son tus raíces en Cristo sanas y profundas, o superficiales y con dificultades?

        ¿Te nutres regularmente de su Palabra?

        ¿Le permites que te estabilice y fortalezca durante las tormentas?

Quizás hoy sea el día para dejar de simplemente sobrevivir y comenzar a prosperar eligiendo permanecer en Jesús con más intención. Que el Señor te bendiga y te guarde y que el Señor permita que estas palabras puedan renovar tu espíritu.

Dr. Dimas Castillo

 

 

Thursday, July 10, 2025

Atrapados… pero no derrotados

 



Éxodo 14:10-18

Versículo clave: “El Señor peleará por ustedes; ustedes solo necesitan estar tranquilos.” ​​– Éxodo 14:14

¿Alguna vez te has sentido atrapado sin salida? Quizás fue una carga financiera inesperada, una crisis de salud sin una solución clara, una relación que se desmoronó o un momento en que falsas acusaciones convirtieron a amigos de confianza en escépticos. La vida puede acorralarnos rápidamente en situaciones de las que parece imposible escapar.

Así es exactamente como se encontraron los israelitas en Éxodo 14. Después de ser liberados milagrosamente de Egipto, se encontraron atrapados: el Mar Rojo frente a ellos, el desierto a un lado y el ejército egipcio cargando por detrás. No había salida visible. Estaban, en todo sentido humano, atrapados en un callejón sin salida.

Pero su historia no terminó allí, y la nuestra tampoco, cuando caminamos por fe.

1. Dios usa los tiempos difíciles para hacernos crecer

Lo notable es que Dios los guió hasta este punto. Éxodo 14:1-4 deja claro que su camino, aunque parecía un error, era parte del plan de Dios. ¿Por qué haría Dios eso? Porque quería revelar algo más profundo: su poder, su fidelidad y su capacidad para abrir camino donde no lo había.

Los tiempos difíciles a menudo se sienten como un castigo. Pero más a menudo, son una preparación. Dios usa las dificultades para corregir, profundizar y fortalecer nuestra fe. Así como las plantas echan raíces más profundas cuando el agua superficial escasea, nuestras raíces espirituales se profundizan cuando la vida es dura. La fe no se demuestra en la comodidad; se revela en la crisis.

2. La paz es una elección, no un sentimiento

Los israelitas respondieron como muchos de nosotros lo haríamos; entraron en pánico. "¿Por qué nos trajiste aquí para morir?", gritaron (Éxodo 14:11). Con miedo, arremetieron contra Moisés y dudaron de la bondad de Dios. Sin embargo, Moisés respondió no con un plan estratégico, sino con una profunda verdad: «No teman. Manténganse firmes y vean la salvación del Señor…» (v. 13).

El miedo es natural, pero la fe es intencional. La paz en medio de la presión no proviene de comprender el plan; proviene de conocer a Aquel que lo tiene en sus manos. Cuando elegimos mirar nuestros problemas más que a Dios, la ansiedad aumenta. Pero cuando fijamos nuestros ojos en el Señor, la paz se hace posible, incluso en lugares imposibles. 

3. Cuando no sepas qué hacer, haz lo que sabes

Dios le dijo a Moisés: «¿Por qué clamas a mí? Dile al pueblo que avance» (v. 15). Puede sonar extraño; ¿avanzar hacia dónde? ¡Había un mar frente a ellos! Pero Moisés obedeció. Levantó su vara, y Dios hizo lo imposible: dividió las aguas.

Habrá momentos en los que no entendamos lo que Dios está haciendo. Pero en esos momentos, estamos llamados a seguir haciendo lo que sabemos que es correcto. Sigue andando en obediencia. Sigue orando. Sigue confiando. Y luego observa, observa con anticipación para ver lo que Dios hará.

Conclusión: Confía, espera y observa

En conclusión, debemos notar varias cosas sobre los momentos en que estamos entre la espada y la pared. Primero, los callejones sin salida son la oportunidad de Dios para mostrar su gloria. Los israelitas aprendieron ese día que ninguna situación está fuera del alcance del poder de Dios. Lo que pensaron que sería su muerte se convirtió en su liberación. Lo que parecía un final se convirtió en el comienzo de algo inolvidable.

Segundo, debemos recordar que los tiempos difíciles no significan que Dios esté enojado con nosotros. Existe una idea dañina que dice que un creyente verdadero y fiel nunca enfrenta tiempos difíciles a menos que haya hecho algo malo. Esta es una teología errónea y destructiva. Hay muchas referencias en la Biblia que muestran que los santos de Dios atraviesan adversidades no porque estén siendo castigados, sino porque están siendo usados ​​y entrenados por Dios. Los tiempos difíciles no significan que Dios te haya dado la espalda. En tercer lugar, necesitamos recordar que debemos elegir la actitud que adoptaremos en los momentos difíciles. Podemos entrar en pánico o confiar. Podemos centrarnos en las oportunidades o en los riesgos. Podemos alejarnos del Señor o acercarnos a Él. Puede que no parezca que podemos elegir qué actitud adoptar, pero la tenemos. Las reacciones negativas surgirán de forma natural. Tendrás que elegir responder con fiel confianza.

Finalmente, se nos recuerda una vez más que nunca debemos subestimar el poder y la sabiduría de Dios. No importa cuán desesperada parezca una situación, podemos estar a punto de presenciar una de las increíbles demostraciones de la sabiduría y el poder de Dios. Quizás no veamos cómo se abren las aguas, pero sí podemos ver vidas transformadas, circunstancias cambiadas y oportunidades que nunca habrían sucedido si no hubiéramos confiado, esperado y observado lo que Dios hará.

Que el Señor te bendiga y te guarde, y que el Señor use estas palabras para ayudarte a renovar tu espíritu.

Dr. Dimas Castillo

Thursday, July 3, 2025

“Venid, seguidme” – El llamado a ser pescadores de hombres



Mientras Jesús caminaba junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos: Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés. Estaban echando la red en el lago, pues eran pescadores. «Venid, seguidme», les dijo Jesús, «y os enviaré a pescar hombres». Al instante dejaron las redes y lo siguieron (Mateo 4:18-20).

La ​​escena es sencilla, pero conmovedora. Jesús, caminando por la orilla del mar de Galilea, ve a dos hombres comunes trabajando: Simón y Andrés, echando sus redes, dedicados a su tarea diaria como pescadores. Pero en un instante, todo cambia. Con una sola frase: “Venid, seguidme, y os haré pescadores de hombres”, Jesús redefine radicalmente su propósito.

Esta invitación no era solo para Pedro y Andrés. Se extiende a cada uno de nosotros hoy. Jesús nos llama a ti y a mí a seguirlo, a seguir sus pasos y a convertirnos en pescadores de hombres, personas que, por la gracia de Dios, guían a otros a una relación vivificante con Jesucristo.

¿Qué significa ser pescador de hombres?

Ser pescador de hombres es ser alguien que se acerca a otros con la buena nueva de Jesús. Es un llamado a vivir en misión, no solo asistiendo a la iglesia o leyendo la Biblia para beneficio personal, sino permitiendo que Cristo nos use para atraer a otros a su reino. Cuando Jesús llamó a sus discípulos, no les ofreció consuelo, claridad ni control. Les dio una misión. Les prometió transformación: “Yo los haré”… y un propósito.

Observen la secuencia:

“Ven”: una invitación a una relación.

“Sígueme”: un llamado a la confianza y la obediencia.

​​“Yo los haré”: una promesa de transformación.

• “Pescadores de hombres”: un propósito que va más allá de sí mismos.

Jesús no nos llama simplemente a seguir sin dirección. Él nos moldea en quienes estamos destinados a ser al caminar con Él.

Respondiendo al llamado

1. Acepta su invitación:

“Sígueme” requiere un paso de fe. Para Pedro y Andrés, significó dejar atrás sus redes: su sustento, su seguridad y todo lo familiar. Seguir a Jesús tiene un costo. Puede significar dejar atrás la comodidad, el estatus o incluso ciertas relaciones. Pero la recompensa es mayor que cualquier cosa que dejemos atrás.

2. Estar dispuesto a ser transformado:

“Yo te haré” habla de un proceso. No somos perfeccionados al instante. Jesús toma nuestro potencial y comienza a moldearnos a través del Espíritu Santo, la Palabra y nuestras experiencias. El discipulado no es pasivo; requiere entrega, crecimiento y aprendizaje continuo. Debemos ser enseñables y estar abiertos al cambio.

3. Abrazar la misión:

Pescar hombres es participar en la obra redentora de Cristo. No se trata solo de “atrapar” personas y seguir adelante; se trata de caminar junto a ellas, discipularlas y ayudarlas a crecer en Cristo. El evangelismo es solo el comienzo. El verdadero discipulado implica comunidad, responsabilidad e inversión espiritual.

Un compromiso para toda la vida

Seguir a Jesús no es una decisión única. Es un camino diario: un compromiso para crecer a través de la adoración, la devoción, la comunión y el servicio. El llamado al discipulado es para toda la vida. Desafía nuestras prioridades y reorienta nuestro propósito. Crecemos al leer la Palabra de Dios, orar, reunirnos con otros creyentes y obedecer su guía.

Entonces, ¿cómo responderás? Jesús sigue caminando por las orillas de la vida cotidiana y extiende la misma invitación: "Ven, sígueme". ¿Lo seguirás? ¿Permitirás que moldee tu corazón, tu propósito y tu camino? ¿Permitirás que te convierta en pescador de hombres?

Que el Señor te bendiga y te guarde. Que renueve tu pasión por Él y te dé la valentía para dar un paso de fe. La decision es tuya. ¿Lo seguirás?

Dr. Dimas Castillo