Thursday, October 30, 2025

Encontrando Valor Cuando el Miedo Nos Ata

 


Lectura Biblica: Salmo 27

El miedo es real. Ya sea la ansiedad que nos mantiene despiertos a las 3 de la mañana, la aprensión antes de una conversación difícil o el temor a un futuro incierto, el miedo tiene la capacidad de paralizarnos. Todos sabemos lo que se siente cuando el miedo compromete nuestra capacidad de pensar con claridad, funcionar con normalidad o avanzar con confianza.

Pero ¿y si nuestro miedo no es señal de una fe débil? ¿Y si en realidad es una invitación, una oportunidad divina para apartar la mirada de la amenaza y dirigirla al Domador de Amenazas?

En el Salmo 27, David plantea dos preguntas penetrantes: "¿Por qué he de tener miedo?" y "¿Por qué he de temblar?". Su respuesta nos ofrece una guía para vencer los miedos que nos atormentan.

Cambia tu Mirada

El primer paso de David es brillante en su sencillez: se recuerda a sí mismo quién es Dios. «El Señor es mi luz y mi salvación; ¿por qué, pues, habría de temer?» Dios es su luz en tiempos de confusión, su salvación cuando se siente abrumado y su fortaleza cuando el peligro acecha.

Cuando el miedo te paralice, no te centres en tu insuficiencia, sino en la suficiencia de Dios. Recuerda su carácter: Él está presente, es fuerte, sabio, amoroso y más que suficiente para cualquier necesidad. Recuerda sus promesas: nada puede separarte de su amor (Romanos 8), Él puede hacer muchísimo más de lo que pides o imaginas (Efesios 3:20) y jamás te abandonará (Isaías 41:10). Repasa su trayectoria: piensa en las maneras en que se ha manifestado en tu vida.

Acércate, no huyas.

El instinto de David en momentos de temor era correr hacia la presencia de Dios. «Lo único que le pido al Señor», escribe, «es habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida». Él comprendió que lo que más necesitamos no son circunstancias fáciles, sino intimidad con Aquel que controla todas las circunstancias.

El misionero Hudson Taylor lo expresó así: «No importa cuán grande sea la presión. Lo que realmente importa es dónde reside: si se interpone entre tú y Dios, o si te acerca a su corazón». El temor debe impulsarnos a la adoración, a la oración, a la Palabra de Dios. No te aísles cuando la ansiedad aumente; reúnete con otros creyentes, abre tu Biblia y cuéntale a Dios exactamente qué te aterroriza.

Sigue adelante.

David se negó a dejarse paralizar por el miedo. Le pidió a Dios que le enseñara a vivir y lo guiara por el camino correcto, incluso rodeado de enemigos. Sabía que la única manera de atravesar el campo minado era seguir a Aquel que ya lo había recorrido.

Sí, compartir tu fe da miedo. Sí, tener conversaciones difíciles requiere valentía. Sí, comenzar un nuevo ministerio puede resultar intimidante. Pero lo mejor siempre es hacer lo que Dios te llama a hacer y confiar en Él para que te dé la fuerza que necesitas.

Espera con confianza.

Las últimas palabras de David parecen demasiado simples: «Espera pacientemente en el Señor. Sé valiente y audaz». Pero este no es un optimismo vacío. Como creyentes, sabemos cómo termina la historia. El Señor reinará supremo. Seremos protegidos y reivindicados. Esta vida es solo la portada de la verdadera vida que comienza en su Reino.

Así que pregúntate: ¿Confío en Dios o no? Sigue preguntándote hasta que puedas responder con confianza: Sí. Sí, confío. Tus miedos pueden ser reales, pero tu Dios es más grande.

Que el Señor te bendiga, que el Señor te guarde y que el Señor use estas palabras para ayudarte a renovar tu espíritu.

 Dr. Dimas Castillo

Friday, October 24, 2025

La Marca que lo Cambia Todo: Una Devoción Personal sobre el Amor

 


Enfoque Bíblico: «Un mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros». Como yo los he amado, que también se amen los unos a los otros. En esto conocerán todos que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros». — Juan 13:34-35

Reflexiona un momento sobre tu nombre. ¿Qué representa? ¿Qué expectativas conlleva? Ahora considera esto: llevas el nombre de «cristiano», que literalmente significa «seguidor de Cristo». ¿Qué exige ese nombre de ti?

Jesús lo dejó muy claro. La noche en que sería traicionado, rodeado de sus amigos más cercanos, no les dio un marco teológico complejo ni un plan estratégico elaborado. Les dio algo profundamente simple pero extremadamente difícil: amarse los unos a los otros.

Esto no fue una sugerencia. Fue un mandato tan vinculante como cualquier otra directiva de las Escrituras. Y el calificativo lo hace aún más desafiante: amar «como yo los he amado». No como el mundo ama, con condiciones y prerrequisitos, sino con el amor sacrificial, libre de prejuicios y transformador que Cristo demostró.

Esta es la incómoda verdad que muchos de nosotros mayores de 18 años debemos afrontar: nos hemos vuelto expertos en justificar nuestra falta de amor. Hemos aprendido a disfrazar nuestros chismes de "preocupación", nuestro juicio de "discernimiento" y nuestra indiferencia de "límites". Destruimos a los líderes de la iglesia tomando un café, competimos con nuestros hermanos en la fe por el reconocimiento y nos deleitamos en secreto cuando alguien a quien envidiamos tropieza. Lo excusamos todo con: "No queremos decir nada".

Pero sí queremos decir algo. Estamos pecando. Y al hacerlo, invalidamos el mismo mensaje que decimos creer.

El mundo no se fija en si tenemos una doctrina perfecta o programas impresionantes. Se fija en si este Jesús que decimos que realmente nos ha cambiado. ¿Podemos decir "lo siento" cuando nos equivocamos? ¿Podemos perdonar cuando nos sentimos heridos? ¿Podemos amar al hermano creyente que vota diferente, adora de forma diferente o ve la teología de forma distinta a la nuestra?

La sabiduría del teólogo y pastor Francis Schaeffer es profunda en este punto: el amor cristiano se demuestra con mayor fuerza en dos actos sencillos: disculparnos cuando hemos ofendido a alguien y perdonar cuando nos han ofendido. Si eres como yo, habrás descubierto que no son nada sencillos. El orgullo nos hace decir "lo siento" con dificultad. La amargura hace que el perdón parezca imposible.

Sin embargo, es precisamente aquí donde ocurre la transformación. Aquí es donde el mundo ve algo diferente. No en nuestras elocuentes oraciones ni en nuestros debates teológicos, sino en nuestra disposición a humillarnos unos a otros.

Hoy, sé honesto con Dios sobre el estado de tu corazón. Confiesa los celos, la amargura, la competencia. Admite cómo has usado a las personas en lugar de amarlas. Luego, sé honesto contigo mismo y deja de poner excusas para un comportamiento desamorado.

El Espíritu puede producir este amor en ti, pero debes cooperar. ¿Hay alguien con quien necesites disculparte hoy? ¿A alguien a quien necesites perdonar? ¿Algún hermano en la fe a quien has estado juzgando o evitando? El mundo anhela ver si Cristo realmente marca la diferencia. Deja que lo vean en ti. Que el Señor te bendiga y te guarde y que el Señor permita que estas palabras te ayuden a renovar tu espíritu.

Oración: Señor Jesús, me amaste cuando no era digno de ser amado. Perdóname por las maneras en que no he amado a mis hermanos y hermanas en Cristo. Cambia mi corazón egoísta. Dame la valentía para disculparme, la gracia para perdonar y la humildad para amar como tú me has amado. Que mi vida lleve tu huella. Amén.

Wednesday, October 22, 2025

Unidad a través de un Carácter Cristiano: Un Devocional de 5 Días

Día 3: La Práctica de la Paciencia

Lectura Bíblica

Efesios 4:2c - "...con paciencia..." Santiago 1:2-4** - "Hermanos míos, considérense sumo gozo cuando se encuentren en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de su fe produce paciencia. Y que la paciencia tenga su fruto completo, para que sean perfectos y completos, sin que les falte nada."

Reflexión

¡Oh, Señor, dame paciencia y, por favor, date prisa! Nos reímos porque es cierto. Vivimos en una cultura de gratificación instantánea que vive a toda velocidad, mientras que Dios nos llama a la paciencia. La paciencia es tolerancia ante las ofensas personales de los demás. Seamos honestos, es paciencia con las personas irritantes. Y aquí está la verdad incómoda: todos irritamos a alguien. Tú irritas a la gente. Yo irrito a la gente. Todos somos asperezas rozándose con asperezas. Pero la unidad no puede existir sin paciencia. Cuando alguien nos decepciona, nos falla o se equivoca por centésima vez, la paciencia dice: "Te soportaré. Te daré gracia". No me rendiré contigo." ¿Por qué? Porque Dios ha sido infinitamente paciente con nosotros. ¿Cuántas veces le has fallado a Dios? ¿Cuántas veces has vuelto al mismo pecado? ¿Cuántas veces ha tenido que perdonarte, redirigirte, disciplinarte y restaurarte? Su paciencia hacia nosotros debería producir paciencia en nosotros hacia los demás.

Examen de tu Corazón

• ¿Quién es la persona más irritante en mi vida en este momento? ¿Qué tan paciente soy con ella?

• ¿Tiendo a juzgar y condenar rápidamente?

• ¿Soy más paciente con las personas que me agradan que con las que me resultan difíciles?

• ¿Qué tan paciente soy con el crecimiento espiritual de las personas, incluido el mío?

El Desafío de Hoy

El Desafío de la Paciencia

Piensa en alguien que te irrita con frecuencia; tal vez sea lento, olvidadizo, crítico, inmaduro o simplemente diferente a ti. Hoy:

• Ora por esa persona llamándola por su nombre, pidiéndole a Dios que la bendiga.

• Cuando te irrite, haz una pausa antes de responder.

• Elige la paciencia: soportar su debilidad sin queja

• Recuerda tres maneras específicas en las que Dios ha sido paciente contigo

• Al final del día, reflexiona: ¿Fue más fácil o más difícil de lo que esperabas? ¿Qué aprendiste sobre ti mismo?

Oración final

Padre misericordioso, tu paciencia conmigo es inconmensurable. Merezco ser juzgado, pero me has mostrado misericordia. Merezco ser rechazado, pero me has acogido. Fallo repetidamente, pero permaneces fiel. Ayúdame a extender a los demás, aunque sea una fracción de la paciencia que me has mostrado. Cuando esté irritado, recuérdame tu paciencia. Cuando quiera rendirme con alguien, recuérdame que nunca te diste por vencido conmigo. Cultiva en mí el fruto de la paciencia. Amén.

Tuesday, October 21, 2025

El Poder de la Mansedumbre

Día 2: El Poder de la Mansedumbre
Por. Dr. Dimas Castillo
Lectura Bíblica
Efesios 4:2b - "...y mansedumbre..." 1 Samuel 24:1-7 - David perdona la vida a Saúl (leer el pasaje completo)
Reflexión
La mansedumbre no es debilidad. Reflexiona sobre ello. La mansedumbre es fuerza bajo el control de Dios: poder canalizado deliberadamente para bendecir a otros en lugar de imponernos. David pudo haber matado a Saúl. Tenía la fuerza, la oportunidad e incluso lo que parecía una justificación. Pero eligió la mansedumbre. Se negó a hacer valer sus derechos personales incluso cuando pudo hacerlo. Jesús tenía todo el poder del universo. Pudo haber invocado legiones de ángeles. Pudo haber destruido a sus enemigos con una palabra. En cambio, eligió la mansedumbre. Tocó a los leprosos. Acogió a los niños. Lloró con los afligidos. Y cuando vinieron a arrestarlo, cedió. La mansedumbre no significa ser un débil o tonto. Significa elegir no usar tu fuerza para dominar, controlar o tomar represalias. Significa usar tu poder para proteger a los vulnerables, levantar a los caídos y servir a los débiles.
Examen de tu Corazón
• ¿Cuándo deseo más hacer valer mis derechos personales?
• ¿Cómo uso mi fuerza (física, intelectual, social, financiera)?
• ¿Soy duro en mis palabras o acciones, incluso cuando técnicamente tengo razón?
• ¿Veo la mansedumbre como debilidad o como un reflejo del carácter de Cristo?
El Desafío de Hoy
El Desafío de la Respuesta Mansedumbre.
Identifica una situación hoy en la que normalmente te impondrías, defenderías tus derechos o responderías con dureza. En cambio, elige una respuesta mansa. Esto podría significar:
• Dejar que alguien más tenga la última palabra
• Ceder en un desacuerdo menor
• Responder con suavidad cuando alguien te critica
• Usar tu influencia para ayudar a alguien en lugar de para favorecerte

Presta atención a cómo se siente elegir la gentileza cuando todo en ti quiere afirmar tu fuerza.
Oración final
Señor, eres la imagen perfecta de la gentileza: poderoso pero humilde, poderoso pero tierno. Quiero ser como Tú. Ayúdame a ver que la verdadera fuerza no se encuentra en dominar a los demás, sino en someter mi poder a tus propósitos. Cuando quiera vengarme, recuérdame tu gentileza hacia mí. Cuando quiera hacer valer mis derechos, ayúdame a recordar que Tú renunciaste a todos tus derechos por mí. Hazme gentil, Señor. Amén.

Monday, October 20, 2025

El fundamento de la humildad



 Devocional de 5 días: Unidad a través de un carácter cristiano

Por el Dr. Dimas Castillo

Basado en Efesios 4:1-3

Día 1: 

Lectura Bíblica: Efesios 4:1-2a: "Por tanto, yo, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad.

Reflexión

La humildad no es menospreciarse; es pensar menos en uno mismo. En el mundo del primer siglo, la humildad se consideraba una debilidad, algo de lo que avergonzarse. Pero Pablo le da la vuelta a esto, haciendo de la humildad el fundamento de toda virtud cristiana. ¿Por qué? Porque la humildad es la tierra donde crece la unidad. Cuando nos consume nuestra propia importancia, nuestros propios derechos, nuestras propias opiniones, no hay espacio para los demás. El orgullo construye muros; la humildad construye puentes. Piensa en Jesús. Tenía todo el derecho a exigir adoración, servicio y honor. En cambio, se envolvió una toalla alrededor de la cintura y lavó los pies sucios de sus discipulos. El que era rico se hizo pobre. El que lo merecía todo, lo dejó todo. Y nos llama a seguir su ejemplo.

Análisis del Corazón

• ¿Cuándo fue la última vez que realmente puse a alguien ¿Prefiero las necesidades de los demás antes que las mías?

• ¿Tiendo a pensar que tengo la razón más a menudo que los demás en conversaciones o desacuerdos?

• ¿Cómo reacciono cuando alguien me corrige o no está de acuerdo conmigo?

• ¿Me comparo constantemente con los demás, sintiéndome superior o inferior?

Desafío de hoy

Desafío "¿Cómo puedo servirte?"

Hoy, pregúntale al menos a tres personas: "¿Cómo puedo servirte?" o "¿Qué puedo hacer para ayudarte?". No solo preguntes, hazlo. Podría ser tu cónyuge, un compañero de trabajo, un miembro de la iglesia o incluso un desconocido. Observa lo incómodo que puede ser buscar genuinamente servir sin ningún beneficio para ti.

Oración final

*Padre, confieso mi orgullo. Confieso las maneras en que me elevo a mí mismo y minimizo a los demás. Dame la mente de Cristo, quien se humilló hasta la muerte en la cruz. Ayúdame a ver a los demás como más importantes que yo, no porque no valga nada, sino porque me has mostrado lo que es la verdadera grandeza. Transforma mi corazón hoy. Amén.

Friday, October 17, 2025

El Camino Angosto



Tolerancia. Es el lema de nuestra época. Dondequiera que miremos, se nos insta a ser más tolerantes: a usar un lenguaje inclusivo, evitar estereotipos ofensivos y confrontar nuestros prejuicios. Se nos advierte sobre la intolerancia religiosa y se nos dice que respetemos a las personas de otras religiones y que afirmemos el derecho de todos a creer lo que elijan. Como cristianos, no tenemos ningún problema con esto. La libertad religiosa es una garantía constitucional que apreciamos.

Pero aquí es donde la conversación cambia. No solo se nos pide que respetemos el derecho de los demás a creer, sino que se nos insta a proclamar que todas las religiones son igualmente válidas, que si algo "funciona para ti", entonces debe ser cierto para ti. Aquí es donde los cristianos se encuentran en la controversia.

Por qué no podemos quedarnos callados

No podemos afirmar que consideramos que todas las religiones son igualmente válidas. Esto atrae a los críticos con acusaciones de estrechez de miras e intolerancia. "¿Cómo te atreves a afirmar que el cristianismo es el único camino verdadero hacia Dios?", preguntan. No nos atrevemos porque nos guste ir contracorriente, sino porque estamos atados a la verdad que se presenta en las Escrituras. Jesús mismo declara: «Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí» (Juan 14:6).

Esta no es una opción entre muchas. Es una afirmación universal. Ni una sola persona, ni una sola alma, llegará al Padre sin Cristo. El camino es angosto, sí, pero también abundantemente misericordioso y suficiente.

Lo que esto significa para nosotros

Jesús es el Camino. Para quienes están perdidos, hay un camino a casa.

Jesús es la Verdad. Él nos da un fundamento sobre el cual construir nuestras vidas. En un mundo constantemente sacudido por todo tipo de doctrinas y opiniones, Jesús nos muestra cómo mantenernos firmes. Él revela los principios absolutos, las anclas, lo innegociable de la vida.

Jesús es la Vida. Para quienes están confundidos, Él une las piezas confusas. Para quienes se sienten desesperados, Él ofrece una esperanza real. A quienes están abatidos, Él les trae sanidad y renovación. A quienes han arruinado sus vidas, Él les extiende el perdón.

Otros caminos pueden parecer atractivos. Otros senderos pueden parecer atajos. Pero solo un camino lleva a donde realmente quieres ir.

Ese camino es Jesús.

Que Dios te bendiga y te guarde siempre y que el Senor permita que estas palabras te ayuden a renovar tu espiritu.

Dr. Dimas Castillo 

Thursday, October 9, 2025

La adoración como ensayo para la eternidad


Lectura bíblica: Apocalipsis 4:8-11 “8 Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir. 9 Y siempre que aquellos seres vivientes dan gloria y honra y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, 10 los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: 11 Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas”.

Cuando te reúnes con tu iglesia el domingo, algo extraordinario está sucediendo. No estás trayendo el cielo para que te acompañe. Te estás uniendo a la adoración eterna que ya está sucediendo arriba.

Los santos en la gloria están participando en una alabanza perfecta e inagotable ahora mismo. Tu canto más apasionado, tu corazón más pleno, tu experiencia de adoración más profunda: eso es solo un pequeño anticipo de la adoración celestial. Estás viviendo en lo que un compositor de himnos llamó "los suburbios de la gloria, los puestos de avanzada del cielo".

Esto cambia por completo nuestra forma de abordar la adoración. No estamos actuando. No estamos simplemente haciendo lo que hacemos. Estamos ensayando para la eternidad. Cada domingo es un ensayo para la alabanza que nunca terminará. Y aquí está lo hermoso: esta alabanza eterna no es solo para el futuro; participas en ella ahora mismo. Cuando alabas a Dios hoy, en este momento, te unes a una canción que comenzó antes del tiempo y continuará por siempre. Tu voz importa en el coro eterno.

Preguntas para la reflexión:

• ¿Ver la adoración como un "ensayo para la eternidad" cambia mi forma de abordar las reuniones dominicales?

• ¿Cómo sería que toda mi vida, no solo las mañanas de los domingos, se convirtiera en un acto de alabanza?

• ¿Estoy tratando la adoración colectiva con indiferencia o la reconozco como una participación en algo eterno?

Oración:

Dios eterno, gracias porque la adoración no es solo algo que hago los domingos, sino una preparación para la eternidad contigo. Perdóname por las veces que he abordado la adoración con descuido o a medias. Ayúdame a comprender que me estoy uniendo a los santos de arriba en la alabanza eterna. Transforma mi perspectiva para que no solo mis domingos, sino todos mis días se conviertan en actos de adoración. Haz de mi vida un canto de alabanza que me prepare para la adoración perfecta en tu presencia. En el nombre de Jesús, amén.

Que el Señor te bendiga y te guarde, y que el Señor permita que estas palabras te ayuden a renovar tu espíritu.

Dr. Dimas Castillo

Thursday, October 2, 2025

Viendo la Cosecha

 


"Alcen los ojos y miren los campos, porque ya están maduros para la siega" (Juan 4:35).

Muchos conocemos esta poderosa historia donde encontramos estos versículos transformadores. Jesús había estado hablando con una mujer junto a un pozo en la región de Samaria, una cita divina que lo cambiaría todo. Esta mujer respondió tan positivamente al mensaje de Jesús que no pudo contener su alegría. Salió corriendo a contarle a todo el pueblo el cambio radical que había ocurrido en su vida, convirtiéndose en una de las primeras evangelistas del Nuevo Testamento.

La historia nos cuenta que los discípulos habían salido a almorzar, dejando a Jesús solo junto al pozo. Al regresar, encontraron a Jesús haciendo algo que los impactó profundamente: hablar con una mujer de dudosa reputación. Pero para colmo, a los ojos de los discípulos, no solo era una mujer —lo cual rompía con las convenciones sociales— sino que también era samaritana, miembro de un grupo de personas profundamente odiadas por los judíos. La animosidad centenaria entre estos dos pueblos era profunda, y los discípulos no podían comprender por qué su Maestro perdía el tiempo con una persona así.

Lamentablemente, incluso hoy en día, hay seguidores de Cristo que luchan con esta misma perspectiva estrecha. No podemos aceptar a quienes no son como nosotros, ya sea por su origen, cultura, errores pasados ​​o posición social. Creamos límites invisibles sobre quién merece escuchar el mensaje del evangelio.

Aunque las Escrituras no dicen explícitamente que los discípulos hablaran con Jesús sobre lo sucedido, Jesús conocía sus corazones. Comprendía su confusión, sus prejuicios y su incomodidad. Les gustaba la compañía de Jesús, sus milagros y sus profundas enseñanzas, pero aún les costaba aceptar su misión principal, que era buscar y salvar a los perdidos: a todos los perdidos, no solo a los respetables.

Jesús aprovechó esta oportunidad de aprendizaje para ayudarlos a comprender la razón por la que estaban allí. Pero Jesús no solo quería que comprendieran su misión intelectualmente; quería que la aceptaran personalmente y la integraran en sus vidas. Por eso Jesús les dice con urgencia: «Alcen la vista y miren los campos, porque ya están blancos para la siega».

¿Qué quería Jesús que vieran? No solo campos agrícolas meciéndose con la brisa, sino algo mucho más significativo. Quería que vieran los campos espirituales: la multitud esperando ser alcanzada con el mensaje transformador del amor de Dios. La mujer samaritana ya había ido al pueblo, y pronto multitudes acudirían a recibir a Jesús. La cosecha literalmente caminaba hacia ellos.

El problema es el mismo hoy. Mientras disfrutamos de nuestra acogedora comunión, nuestros inspiradores servicios de adoración, nuestros estudios bíblicos y nuestras cenas compartidas, los campos fuera de los muros de nuestra iglesia esperan ser cultivados. La gente busca esperanza, significado y propósito. Luchan contra la adicción, la soledad, la depresión y la desesperación. Y muchos nunca han escuchado una presentación clara del evangelio. Esto no es un problema de una sola persona o un pastor; es un desafío para todos. Esta es nuestra cosecha, estos son nuestros campos y esta es nuestra misión.

Entonces, ¿cómo podemos alcanzar a los perdidos de nuestra generación?

Primero, debemos vivir con urgencia y comprender que nuestro éxito depende completamente de si caminamos cerca de Dios. Todo gira en torno a nuestra relación con Él. No podemos regalar lo que no poseemos. Si no permanecemos en Cristo, dedicando tiempo a su Palabra y a la oración, no tendremos nada de valor eterno que ofrecer a los demás.

Segundo, debemos vivir con urgencia, reconociendo que estamos llamados a hacer la obra de Dios dondequiera que estemos. Estamos llamados a usar todos los talentos, dones y oportunidades que Dios nos ha dado. Ya seas maestro, mecánico, padre, estudiante o jubilado, tu campo está donde Dios te ha plantado. No necesitas un título de seminario para compartir lo que Cristo ha hecho en tu vida.

Y finalmente, debemos vivir con urgencia, reconociendo que nuestra fuerza proviene solo de Dios. Sabemos que el trabajo es duro y exigente. Nos cansamos, nos desanimamos y, a veces, queremos rendirnos. Pero, cimentados en las promesas de Dios, sabemos que tendremos la fuerza para cumplir nuestra misión. Su gracia es suficiente y su poder se perfecciona en nuestra debilidad.

¿Ves los campos hoy? Mira a tu alrededor. Ves a los vecinos que necesitan al Señor. Ves a los compañeros de trabajo, a los familiares, a las personas en la fila del supermercado. Deja que Dios te abra los ojos y el corazón para que veas más allá de las puertas de tu hogar y de tu iglesia. La cosecha es abundante y los obreros pocos. Pero estás llamado, equipado y empoderado para marcar la diferencia.

Que Dios te bendiga y te guarde, y que estas palabras te ayuden a renovar tu espíritu para la misión que tenemos por delante.

Dr. Dimas Castillo