Thursday, August 7, 2025

Echa todo sobre El.

 

Echa sobre el Señor tu carga, y él te sustentará; jamás permitirá que el justo sea sacudido.” – Salmo 55:22

¿Te sientes abrumado por el peso de una carga que nunca debiste llevar? La vida a menudo acumula responsabilidades, ansiedades y temores sobre nuestros hombros, y sin darnos cuenta, nos vemos abrumados por ella. El rey David, inspirado por el Espíritu Santo, ofrece un consejo atemporal que puede liberarnos de la presión abrumadora: “Echa sobre el Señor tu carga, y él te sustentará.”

La palabra hebrea “echar” es vívida. Significa arrojar, lanzar, desprenderse o desalojar: usar todas tus fuerzas para impulsar algo lo más lejos posible de ti. La imagen no es de dejar algo con delicadeza ni de guardarlo en un rincón, sino de quitártelo de tu posesión con fuerza. Es como si Dios dijera: “No me lo entregues sin más; deshazte de él. Yo lo tomaré.”

David comprendió la necesidad de tal acción. Como Rey de Israel, cargaba con una enorme responsabilidad por la seguridad, la justicia y la adoración de la nación. Pero más allá del peso de su cargo, David soportaba cargas personales: traiciones de amigos, ataques de enemigos y un profundo arrepentimiento por sus fracasos. Su historial distaba mucho de ser impecable. Sus pecados eran públicos, sus problemas familiares eran complicados y sus enemigos eran implacables.

Sin embargo, David sabía dónde llevar ese peso abrumador. No lo ocultó, ni lo cargó solo, ni fingió que no existía. Se lo entregó al Señor. Sabía que Dios no solo podía escucharlo, sino que estaba dispuesto a sostenerlo. David había aprendido que la gracia de Dios es más profunda que nuestra culpa, su misericordia más amplia que nuestros errores y su fuerza mayor que nuestra debilidad.

Entonces, ¿qué hay de ti? ¿Qué cargas llevas ahora mismo? Quizás sean las dificultades económicas las que te quitan el sueño. Quizás sea una relación fracturada que te deja sintiéndote impotente para arreglar lo que está roto. Podría ser la ansiedad de un futuro incierto, la culpa por decisiones pasadas o el dolor silencioso de un duelo que nadie más comprende del todo. Quizás estés cargando con expectativas que parecen imposibles de cumplir, en el trabajo, en casa o incluso en tu mente.

Esta es la verdad: no tienes que cargar con ellas. Nunca debiste hacerlo. Dios no te ha llamado a ser autosuficiente; te ha llamado a depender de Dios.

Cuando Pedro hace eco de esta misma verdad en el Nuevo Testamento: «Echen toda su ansiedad sobre él, porque él cuida de ustedes» (1 Pedro 5:7), nos recu
erda que confiar es un acto de confianza. Es decir: «Dios, creo que puedes manejar esto mejor que yo». Es entregarle el control al Único que realmente tiene el control.

Pero aquí está el desafío: a menudo «ponemos» nuestras cargas ante Dios en lugar de «echárselas». Las ponemos en oración, pero antes de decir amén, las hemos recogido de nuevo. Echar la carga requiere una acción decisiva, una decisión, para liberarte por completo de ella.

No es algo que se haga una sola vez. Quizás tengas que echar la misma carga repetidamente, cada vez que intente volver a caer sobre tus hombros. Pero con cada acto de entrega, descubrirás que Dios sí te sostiene. Su promesa es segura: «No permitirá que el justo sea sacudido». Eso significa que ninguna tormenta puede derribarte, ningún peso puede aplastarte y ningún temor puede deshacerte cuando descansas en su cuidado.

Así que hoy, arroja tu carga lejos de ti. Imagínate lanzándola al pie de la cruz, donde Jesús ya llevó su peso. Confía en que Él te sostendrá, no solo hoy, sino todos los días que siguen. No tienes que desmoronarte bajo la presión, porque Aquel que cargó la cruz te llevará a ti.

Que el Senor te bendiga y te guarde y que el Senor permita que estas palabras te ayuden a renovar tu espíritu.

Dr. Dimas Castillo

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