Día 2: La Palabra Divina
Escritura: Juan 1:1
"En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios."
Lecturas adicionales: Juan 8:58, Juan 10:30-33, Colosenses 2:9
Reflexión
Juan hace una afirmación asombrosa en un solo versículo. Hace eco de Génesis 1:1: "En el principio Dios", pero luego dice: "En el principio era el Verbo". Piense en lo impresionante que es esto. Juan es tan audaz como para poner al Verbo en el lugar de Dios al repetir el relato de la creación. Coloca al Verbo en el trono celestial como el Dios que presidió los albores de la historia.
Pero observe lo que viene a continuación: "el Verbo estaba con Dios". El griego literalmente dice que el Verbo estaba "cara a cara con Dios", en una comunión íntima e igualitaria con Dios. Este Verbo es, de alguna manera, distinto de Dios Padre. Él no es Dios Padre; Él es el Verbo, una persona distinta. Y, sin embargo, en cuanto Juan dice eso, se apresura a asegurarnos de que no pensemos que hay dos dioses: «y el Verbo era Dios». Hay distinción —el Verbo no es Dios Padre— y hay identidad —el Verbo es, sin embargo, el mismo Dios que el Padre—. Este es Aquel que dijo: «Antes que Abraham fuese, YO SOY». Jesús reivindicó el nombre sagrado de Yahvé. El bebé en el pesebre no es menos que Dios. Él es total, completa y absolutamente Dios. Él es Emmanuel: Dios con nosotros. Él es nuestro Dios.
Cuando oras a Jesús, no estás orando a una deidad inferior ni a un ser creado. Estás orando al Dios eterno, Creador y Sustentador de todas las cosas. Cuando adoras a Jesús, estás adorando al único Dios verdadero. Por eso podemos confiar plenamente en Él, seguirlo con todo el corazón y confiar nuestro destino eterno a sus promesas.
Aplicación Personal
1. ¿Cómo cambia el saber que Jesús es completamente Dios la forma en que te acercas a Él en oración? 2. ¿Has estado tratando a Jesús como menos que Dios, quizás solo como un buen ejemplo o una guía útil en lugar de como Señor?
3. ¿Qué significa en la práctica adorar a Jesús como Dios en tu vida diaria?
Oración
Señor Jesús, eres Dios; no casi Dios, no en parte Dios, sino completa y completamente Dios. Perdóname por las veces que te he tratado como algo inferior. Eres digno de mi completa confianza, mi adoración incondicional, mi entrega absoluta. Ayúdame a vivir hoy a la luz de quién eres realmente: el gran YO SOY, Dios mismo, que descendió para salvarme. Amén.
Dr. Dimas Castillo
