Jesús nos
enseñó a entregarle todo a Él. Él nos dio el ejemplo perfecto de esta actitud.
Oró en el Huerto de Getsemaní: “Padre, no es mi voluntad, sino la tuya”. Esa
debe ser también la meta de todo cristiano. Hasta que no entreguemos todo a
Dios, no le hemos dado lo que más desea.
Quiero
preguntarte hoy: ¿Quién controla tu vida? ¿Tú o Dios? No puede haber mucha
discusión sobre quién debería estar a cargo. Nuestra voluntad egocéntrica puede
ponernos en dificultades. El rey Salomón escribió: “Los que confían en sí
mismos son necios, pero los que andan en sabiduría están a salvo” (Proverbios
28:26).
No hay
razón para temer. Dios no nos engañará ni nos hará daño. Ha hecho tanto para
demostrarnos su amor y sus buenas intenciones para con nosotros que no debe
haber lugar a dudas. Hay una razón por la que estamos preparados para afrontar
las experiencias de la vida, Jesucristo. Nuestra oración hoy y todos los días debe
ser “Hágase tu voluntad aquí en la tierra como en el Cielo” (Mateo 6:10).
Que el Senor te bendiga y te guarde siempre.
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