Thursday, May 15, 2025

Escogiendo la major parte



Lucas 10:38-42

Hay un tranquilo pueblo llamado Betania donde dos hermanas, Marta y María, reciben a Jesús en su casa. Marta, la hermana mayor, está ocupada con la preparación de la comida y las tareas del hogar. María, en cambio, se sienta a los pies de Jesús, absorbiendo cada palabra suya. Entonces llega la tensión: Marta, abrumada e irritada, confronta a Jesús, pidiéndole que redirija a su hermana para que la ayude. Pero Jesús responde con sorprendente dulzura: «Marta, Marta, estás preocupada y angustiada por muchas cosas, pero solo una es necesaria. María ha escogido la mejor parte, y nadie se la quitará» (Lucas 10:41-42).

Esta breve pero conmovedora historia nos enseña algo profundo sobre nuestro tiempo: que Dios no solo desea nuestro servicio, sino nuestra presencia. Que antes de trabajar para Él, primero debemos estar con Él. En una cultura que equipara la ocupación con la importancia, Jesús nos llama a un camino mejor: el camino de la relación, el descanso y la prioridad. Hay cuatro lecciones que podemos aprender de esta historia.

La batalla por nuestro tiempo

Hemos oído decir: "Dale tu tiempo a Dios". Pero ¿qué significa eso realmente? ¿Se trata solo de asistir a la iglesia, unirse a ministerios o hacer más voluntariado? Si bien estas son importantes expresiones de fe, no son la base. Darle nuestro tiempo a Dios comienza con un corazón que dice: "Señor, cada momento es tuyo". Se trata de entregar nuestro calendario, nuestros planes y nuestro ritmo a su señorío.

A Satanás le encantaría hacer un trato: "Dame tu tiempo y te daré la libertad de disfrutar la vida". Pero es una mentira. Nos incita a llenar nuestros días con lo urgente a costa de lo eterno. Nuestra respuesta debe ser firme: "No hay trato. Mi tiempo le pertenece al Señor".

Martín Lutero dijo una vez: "Tengo tanto que hacer hoy que pasaré las primeras tres horas en oración". Él comprendió una verdad crucial: cuanto más ocupados estamos, más necesitamos anclar nuestro día en la presencia de Dios.

Lo necesario

Jesús le dice a Marta: «Solo una cosa es necesaria». No decía que el servicio de Marta estuviera mal: alimentar a los invitados era esencial. Pero el corazón de Marta estaba distraído, ansioso y agobiado. Su trabajo se había convertido en su identidad. María, en cambio, vio que lo más importante de tener a Jesús en casa era estar con Él.

Nosotros también podemos caer en la trampa de priorizar demasiado nuestras listas de tareas y subestimar nuestro tiempo con Cristo. Nos pasamos la vida con horarios, reuniones y actividades —a veces incluso las de la iglesia— mientras descuidamos la comunión personal con Dios. ¿El resultado? Podemos llegar a ser como Marta: ocupados, cansados ​​y frustrados.

El Salmo 1 nos recuerda a quien medita en la Palabra de Dios día y noche: son como árboles plantados junto a corrientes de agua, que dan fruto y nunca se marchitan. De igual manera, 1 Tesalonicenses 5:17 nos llama a orar sin cesar. Esto no significa aislarnos todo el día, sino tener presente la presencia de Dios en todo lo que hacemos.

Escogiendo la mejor parte

Vivimos en un mundo donde la gente afirma no tener tiempo para Dios, para la familia, para descansar. Pero Jesús nos muestra el mejor camino: sentarnos, escuchar y centrarnos en Él. María no solo eligió algo bueno; eligió lo mejor.

Como dijo un predicador: «Nuestra tarea no es hacer que Dios forme parte de nuestras vidas; nuestra tarea es hacer que nuestras vidas formen parte de Dios». No le pedimos a Dios que bendiga nuestro horario; lo alineamos con el suyo. Cuando elegimos pasar tiempo a los pies de Jesús, todo cambia. Nuestros corazones encuentran paz. Nuestro servicio encuentra propósito. Y nuestras familias, matrimonios y trabajos se ven impactados positivamente. Dios no quiere que simplemente hagamos más; quiere que hagamos lo que más importa.

Una vida de impacto

La historia de Marta y María no termina en Lucas 10. En Juan 11, Marta hace una poderosa confesión de fe en Jesús: «Sí, Señor, creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios». En Juan 12, María unge a Jesús con perfume, y Jesús dice que su acto de adoración será recordado dondequiera que se predique el Evangelio.

¿Por qué? Porque cuando dedicamos nuestro tiempo a Dios, dejamos huella eterna. Lo que comenzó como una simple decisión de sentarnos y escuchar se convirtió en un legado de fe, devoción y amor. ¿Y tú? ¿Has sido más como Marta: ocupada, ansiosa y distraída? ¿O eres como María, eligiendo la mejor parte: descansar a los pies de Jesús?

Tómate un momento hoy y reflexiona. Dios no te pide lo que te sobra. Él quiere tu corazón, tu tiempo, tu presencia. Porque cuando le dedicas tu tiempo a Dios, Él te da más de lo que podrías pedir: paz, propósito y una vida que realmente importa. Elige la mejor parte. Siéntate a sus pies. Y nunca dejes que te la quiten. Que el Senor te bendiga y te guarde y que permita que estas palabras puedan renovar tu espiritu.

Pastor Dimas


Thursday, May 8, 2025

Confianza en medio de la crisis

 


Salmo 46

La vida está llena de crisis, ya sea dolor, enfermedad, dificultades económicas o relaciones rotas. Nuestra forma de reaccionar en esos momentos revela dónde reside realmente nuestra confianza. El Salmo 46 nos recuerda que, si bien las crisis son esperables, nuestra respuesta como creyentes debe basarse en la confianza en Dios. El Salmo 46 ofrece tres verdades clave a las que aferrarnos cuando las tormentas de la vida arrecian: Dios es nuestro protector, nuestro proveedor y nuestra presencia manifiesta en medio de la crisis.

1. Él sigue siendo Dios: Nuestro protector (Salmo 46:1-3)

El salmo comienza con una poderosa afirmación: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en los momentos difíciles”. Estas palabras ofrecen una profunda seguridad. Dios no es solo una deidad distante; es un refugio, un lugar seguro al que podemos acudir en tiempos de peligro. He pasado por momentos difíciles en mi vida. Algunas de estas tormentas son personales, otras profesionales y familiares, pero la mayoría son espirituales. Muchas de estas tormentas a veces parecen irresolubles. En otras ocasiones, la duda se apoderó de mis pensamientos.

• Pero doy gracias a Dios porque en estas situaciones encontré refugio. Doy gracias a Dios porque en estas situaciones encontré refugio en mi Señor. El Salmo 91 dice: «El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré al Señor: “Tú eres mi refugio y mi fortaleza, mi Dios, en quien confío”». Dios nos dice: en medio de la crisis, tengo un lugar especial para ti, un lugar secreto, y cuando las cosas no salgan bien, acude a mi refugio; te protegeré. Y, sin embargo, a pesar de los momentos de duda y desesperación, Dios ha demostrado ser un lugar de refugio.

No necesitamos huir ni dejarnos abrumar por el miedo; podemos acudir a Él. Incluso cuando todo a nuestro alrededor se siente inestable —cuando la tierra tiembla y las montañas se derrumban— Dios permanece inconmovible. Como declaró Martín Lutero en su himno «Castillo Fuerte es Nuestro Dios», se nos recuerda que la protección de Dios es más fuerte que cualquier amenaza o ataque espiritual.

Pero Dios no es solo un refugio; también es nuestra fortaleza. No solo nos cobija, sino que nos fortalece. Nos da la fuerza para permanecer firmes e incluso alabar su nombre en medio de las dificultades. Además, la frase «un pronto auxilio» subraya que la asistencia de Dios es inmediata y constante. Cuando llegan los problemas, nunca estamos solos: Dios está con nosotros, listo para ayudarnos sin demora.

Reflexión: ¿Huyes de tu crisis o corres hacia Dios, tu refugio?

2. Él sigue siendo Dios: Nuestro Proveedor (Salmo 46:4-7)

Las imágenes cambian de la agitación a la tranquilidad: «Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios». El salmista pinta un cuadro sereno: «Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios». Ese río simboliza la provisión de Dios: su Espíritu fluyendo en nosotros y a través de nosotros, satisfaciendo cada una de nuestras necesidades.

Jesús repitió esto en Juan 4:14, diciendo que quienes beben de su agua nunca volverán a tener sed. En tiempos de crisis, debemos beber profundamente de este pozo espiritual, conectándonos con el Espíritu Santo y confiando en que Dios suplirá nuestras necesidades emocionales, espirituales y prácticas.

En tiempos de crisis, debemos mantenernos conectados a esa fuente. En lugar de buscar paz o fortaleza en fuentes externas, nos alimentamos del Espíritu de Dios que mora en nosotros. Conectar con el Espíritu Santo significa confiar en que Dios suplirá nuestras necesidades —espirituales, emocionales e incluso físicas— cuando nos apoyamos en él. Él no solo nos protege de la tormenta; también es quien nos sostiene.

Reflexión: ¿Te mantienes conectado al agua viva del Espíritu Santo durante tus momentos de necesidad? 

3. Él Sigue Siendo Dios: Nuestro Dios Manifestado (Salmo 46:8-11)

La última parte del Salmo 46 nos llama a abrir los ojos y reconocer cómo Dios se ha manifestado en nuestras crisis pasadas. «Vengan y vean las obras del Señor». Reflexionar en la fidelidad de Dios en el pasado alimenta nuestra fe actual. Cuando recordamos las veces que Dios nos ayudó a superar situaciones difíciles, encontramos fuerza para las batallas de hoy.

Se nos anima a reflexionar en cómo nos ha guiado a través de «peligros visibles e invisibles» y cómo esos recuerdos pueden rejuvenecer nuestras almas cansadas. Como Pablo, podemos declarar: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Filipenses 4:13), porque sabemos que el mismo Dios que nos ayudó antes sigue con nosotros ahora.

Pero el pasaje termina con un mandato: «Estad quietos, y sabed que yo soy Dios». Esto no es una resignación pasiva, sino una confianza activa. «Estad quietos» significa relajarse, desentenderse de la situación y dejar que Dios haga lo que solo él puede hacer. Es un llamado a la rendición, no a la inactividad. En quietud, reconocemos su soberanía, confiamos en su tiempo y lo observamos obrar.

Reflexión: ¿Qué victorias pasadas puedes recordar hoy que fortalecerán tu fe ante lo que enfrentas ahora?

Conclusión

Las crisis son momentos decisivos que moldean nuestro futuro. Pero en cada tormenta, el Salmo 46 nos recuerda que Dios sigue siendo Dios: inmutable, soberano y fiel. Él es nuestro refugio, nuestra fuerza, nuestro proveedor y quien se revela en nuestras pruebas. Ante los problemas, no nos asustamos ni corremos; corremos hacia Dios. Reflexionamos en su poder, descansamos en su presencia y confiamos en su provisión. Así que, cuando llegue la próxima crisis, no lo olvides: Él sigue siendo Dios. Quédate quieto y reconócelo.

Que el Senor les bendiga y les guarde siempre y que estas palabras les ayuden a renovar su espíritu.

Pastor Dimas

 

 

Thursday, May 1, 2025

Expresando Nuestro Agradecimiento a Dios

 ¿Alguna vez te has preguntado cómo puedo recompensar al Señor por toda su bondad? Es una pregunta interesante. La compositora Andrae Crouch escribió en la canción "My Tribute": "¿Cómo puedo agradecerte todo lo que has hecho por mí, cosas tan inmerecidas que, sin embargo, me diste para demostrar tu amor?".

¿Alguna vez te detienes a pensar en lo bendecido que eres como hijo de Dios? Piensa en algunas de las bendiciones que has recibido de Dios. Permíteme mencionar algunas: perdón, paz, propósito, dirección, el Espíritu de Dios, vida después de la muerte, un compañero y amigo constante, sanidad de cuerpo y alma, el poder de su Palabra, la comunión con otros creyentes y miles de pequeñas cosas, TODOS los días.

El Salmo 116:12-14 dice: "¿Qué puedo ofrecer al Señor por todo lo que ha hecho por mí? Alzaré la copa de la salvación y alabaré el nombre del Señor por haberme salvado. Cumpliré mis promesas al Señor en presencia de todo su pueblo". El salmista agradece las bendiciones de Dios, bendiciones que sabe que no merece. Además, desea expresar su gratitud. Por eso, en el versículo 12, se pregunta: "¿Cómo pagaré al Señor todo su bien para conmigo?". ¿Cómo respondemos a tal bondad y amor? El salmista nos da dos respuestas: Primero, adoramos. Damos a Dios la alabanza y el honor que le corresponde. La adoración no es una tarea que hacemos cada semana, ¡es una actitud del corazón todos los días!

La adoración colectiva es la reunión de adoradores para una gran celebración. Espero que formen parte de esa celebración hoy. Segundo, cumplimos nuestras promesas. Mostramos gratitud cuando hacemos TODO. Él manda, no solo las cosas con las que estamos de acuerdo. Cada vez que venimos a adorar, es un momento de acción de gracias. Es un momento para que todos le expresemos a Dios nuestra gratitud por todo lo que ha hecho por nosotros.

La pregunta que debemos afrontar hoy es cómo podemos expresar verdaderamente nuestra gratitud a Dios. Como cristianos, somos muy conscientes de la importancia de la gratitud en nuestras vidas. En 1 Tesalonicenses 5:18, Pablo dice: «Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús». Dedica un momento hoy a contar tus bendiciones. No te apresures. Disfruta. Da gracias. Luego, expresa tu gratitud al Señor de maneras que le agraden. Que Dios te bendiga y te guarde, y que estas palabras te ayuden a renovar tu espíritu.

Pastor Dimas