Lectura Biblica: Lucas 18:31-34
Comunicarnos
con claridad y concisión suele ser un desafío. Cuando usamos la palabra
equivocada, el verbo equivocado o las palabras groseras, los resultados suelen
ser ridículos o desastrosos. Incluso los discípulos de Jesús tuvieron
dificultades para comprender lo que Jesús quería comunicarles. En este pasaje
de hoy, Jesús habla con claridad. No usa una parábola. Parafraseando este
pasaje, Jesús les dice a sus discípulos: «Lean mis labios, voy a Jerusalén a
morir». Sin embargo, los discípulos no entendieron lo que Jesús quería decir.
Los invito a acompañar a Jesús en este camino y a reflexionar sobre cuatro
principios espirituales clave que moldean nuestra fe y nuestro discipulado.
1. El Camino
a la Cruz fue Predicho por los Profetas
Jesús
declara que todo lo escrito por los profetas sobre el Hijo del Hombre se
cumplirá. Esto incluye más de 300 profecías del Antiguo Testamento, muchas de
las cuales detallan los eventos que rodearon su sufrimiento y muerte.
Permítanme darles diez profecías específicas: desde la traición de Jesús por
parte de un amigo, su venta por treinta piezas de plata, su silencio ante la
acusación, su escupitajo y sus golpes, su crucifixión con las manos y los pies
traspasados, su burla e insulto, la suerte que echaron sobre sus ropas, su
ausencia de huesos rotos, su entierro en la tumba de un hombre rico y,
finalmente, su resurrección. Estas profecías, escritas siglos antes del
nacimiento de Jesús, se cumplieron con notable precisión. Su cumplimiento
confirma no solo la inspiración divina de las Escrituras, sino también que el
sufrimiento de Jesús no fue accidental, sino que formó parte del plan redentor
de Dios desde el principio.
2. El camino
a la cruz promete rechazo y dolor
Jesús sabía
que el camino que le esperaba estaría lleno de sufrimiento y rechazo. Aunque el
pueblo judío esperaba un Mesías victorioso y real como David, pasaron por alto
al siervo sufriente descrito en Isaías 53. A Jesús no le sorprendió lo que le
aguardaba: traición, negación, humillación pública y un dolor físico
insoportable. Sin embargo, Él siguió adelante con un propósito inquebrantable.
Las Escrituras nos recuerdan que Jesús eligió el camino del sufrimiento por
amor a la humanidad. La misma multitud que lo alababa luego clamaba por su
crucifixión. Aun así, Jesús dirigió su rostro hacia Jerusalén, decidido a
completar su misión.
3. El Camino
a la Cruz Conduce a la Resurrección
La muerte de
Jesús, aunque profundamente significativa, no es el final de la historia. La
resurrección es lo que le da a la cruz su significado y poder. Sin la
resurrección, la historia de Jesús no sería diferente a la de cualquier otro
líder religioso. Pero Jesús hizo lo que nadie más pudo: resucitó de la tumba. A través de la resurrección, Jesús validó todo lo que dijo e hizo. Su
victoria sobre la muerte nos asegura que Él está vivo hoy y ofrece esperanza,
salvación y vida eterna a todos los que creen.
4. El Camino
a la Cruz Es el Modelo para Cada Discípulo
Finalmente,
El Camino a la Cruz Es el Modelo para Cada Discípulo. Así como Jesús recorrió
el camino a la cruz, todo seguidor de Cristo también debe tomar su cruz cada
día. No se trata solo de un recuerdo histórico, sino de un llamado actual.
Lucas 9:23 dice: «El que quiera ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo,
tome su cruz cada día y me siga». Y Gálatas 2:20: «Con Cristo estoy juntamente
crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí». Estos dos versículos
resaltan que ser discípulo significa morir a uno mismo y vivir por la fe en
Cristo. No es fácil; implica renunciar a nuestros deseos y soportar
dificultades por causa del Evangelio. Pero es a través de este camino que
experimentamos el poder de la resurrección en nuestras propias vidas.
5.
Conclusión
Para
concluir, el pasaje nos insta a todos a reflexionar sobre nuestra relación con
Cristo resucitado. La evidencia de la muerte y resurrección de Jesús es
abrumadora, pero aún más importante, revela el inmenso amor de Dios. Al poner
tu fe en Jesús, recibes no solo el perdón, sino el mayor regalo de todos: la
vida eterna. El camino a la cruz no es solo la historia de Jesús; es el camino
que todos estamos invitados a recorrer como sus seguidores. El camino a la cruz
es el camino a la vida. ¿Lo recorrerás con Jesús?
Que Dios les bendiga y les guarde siempre y que estas palabras les ayuden a renovar su espiritu.
Pastor Dimas
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