Tuesday, September 9, 2025

El Enfoque de la Adoración: El Señor

Bueno es alabarte, oh, Jehová, Y cantar salmos a tu nombre, oh, Altísimo; Anunciar por la mañana tu misericordia, Y tu fidelidad cada noche, En el decacordio y en el salterio,

En tono suave con el arpa. Por cuanto me has alegrado, oh, Jehová, con tus obras; En las obras de tus manos me gozo. (Salmo 92:1-4)

La mayoría de los entrenadores y músicos te dirán lo mismo: cómo practicas determina cómo tocas. Si eres descuidado al practicar, no alcanzarás la agudeza mágica a la hora de tocar. Lo mismo ocurre en nuestro caminar con Cristo: cómo adoras determinará cómo vives.

Pero, ¿qué es exactamente la adoración? Para algunos, es un evento al que asisten: "Fuimos a adorar". Para otros, es la música; "Necesitamos dedicar más tiempo a la adoración" a menudo significa cantar más. Otros, en cambio, equiparan la adoración con ciertas expresiones: levantar las manos, aplaudir, bailar o simplemente "sentir algo".

Ahora bien, todas estas cosas pueden ser parte de la adoración. Pero ninguna garantiza que se haya llevado a cabo una verdadera adoración. La adoración no se trata de emociones ni experiencias, se trata de Dios mismo. La verdadera adoración exalta al Señor. Conmueve nuestros corazones con amor y sumisión a Él. La adoración nunca se trata de lo que recibimos de Dios, sino de quién es Él.

El Salmo 92:1-4 nos recuerda tres razones por las que Dios es digno de nuestra adoración:

1. Su amor inagotable.

El amor humano, incluso en su máxima expresión, es imperfecto e inconsistente. Amamos egoísticamente, esperando algo a cambio. Pero el amor de Dios nunca flaquea, nunca se desvanece, nunca se rinde. Siempre busca lo mejor para nosotros y nos atrae hacia sí mismo, incluso cuando nos resistimos a él. Su amor es perfecto e inmutable.

2. Su fidelidad.

La vida a menudo nos trae temporadas en las que nos preguntamos: "Dios, ¿dónde estás?". Enfrentamos pérdidas, decepciones o dolor, y parece que Dios guarda silencio. Pero sus promesas nunca fallan. Incluso cuando no entendemos sus caminos, él permanece firme, confiable y verdadero. A diferencia de las personas que rompen sus promesas, Dios cumple todas y cada una de ellas.

3. Su generosidad y gracia. Cada día recibimos bendiciones que no merecemos: comida y techo, personas a quienes amar, la belleza de la naturaleza, el gozo de la verdad, incluso la libertad de cosas de las que quizás nunca nos demos cuenta de que Él nos protegió. Su bondad supera con creces cualquier cosa que pudiéramos merecer.

Porque es Dios, la adoración no debería ser una tarea, sino un gozo. Sin embargo, con demasiada frecuencia los cristianos tratamos la adoración como un deber, no como un deleite. Nos quejamos, criticamos o simplemente actuamos por inercia, olvidando que la adoración es un privilegio. Cuando adoramos a medias, nuestras vidas siguen el mismo patrón. Cuando la adoración se centra en nosotros mismos, terminamos practicando la idolatría más peligrosa de todas.

Así que haz una pausa y pregúntate: ¿Te has tomado el tiempo para considerar cuánto te ama Dios? Su amor por ti no se basa en tu bondad, sino en la suya. Tú no eres el perseguidor, sino Él. Él te persigue, anhelando que lo conozcas, lo ames y lo adores, porque solo en Él encontrarás el verdadero gozo que tu alma anhela. El gozo no proviene de las posesiones, el éxito ni las circunstancias. El gozo proviene del Señor mismo. Y cuando nos demos cuenta de que la adoración ya no será una obligación, se convertirá en la respuesta natural de un corazón agradecido.

Que el Señor te bendiga y te guarde, y que estas palabras te renueven.

Dr. Dimas Castillo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


No comments: