¡Oh, den gracias al Señor, porque Él es bueno! Porque para siempre es su misericordia. 8 ¡Que den gracias al Señor por su gran amor, por sus maravillas para con los hijos de los hombres! 9 Porque él sacia al alma ansiosa y colma de bienes al alma hambrienta. (Salmo 107:1, 8-9, NVI).
¡Qué día para celebrar! Mientras que la
Navidad trae listas de deseos y el Año Nuevo trae propósitos, el Día de Acción
de Gracias nos invita a algo aún mejor: ¡la oportunidad de detenernos y
proclamar todas las increíbles bendiciones que Dios ha derramado en nuestras
vidas!
Me encanta esta lista divertida de gratitud que encontré de varias amas de casa. Dijeron que estaban agradecidas por los
lavavajillas automáticos (¡para poder escapar de la cocina antes de que la
familia volviera a buscar la merienda!), por los esposos que se encargan de las
reparaciones (y las hacen lo suficientemente grandes como para finalmente
llamar a los profesionales) y por los detectores de humo (¡el auténtico
temporizador para pavos!). Su humor nos recuerda que incluso las pequeñas
peculiaridades de la vida pueden despertar la gratitud.
Pero amigos, cuando realmente empezam
os a
contar nuestras bendiciones, ¡la lista explota! ¡Vida! ¡Salud! ¡Familia!
¡Amigos! ¡Nuestra increíble familia de la iglesia! ¡Este hermoso y complejo
país que podemos llamar hogar! ¡La lista sigue creciendo!
Y aquí es donde mi corazón se desborda: puedo
celebrar la salvación: la increíble, inmerecida y transformadora gracia de
¡Jesucristo! ¡Me regocijo con esta familia de la iglesia que ríe, llora y crece
junta! ¡Despierto cada mañana con la misericordia renovada de nuestro Dios que
nunca deja de amarnos!
¿Qué celebramos hoy?
Celebremos el magnífico
carácter de Dios: su bondad inagotable,
su amor inagotable, su fidelidad en cada etapa, su gran poder que sostiene
todo.
Celebremos su asombrosa
presencia: Él está aquí con nosotros, ahora mismo, en
nuestras alegrías y nuestras luchas, en nuestras victorias y nuestros valles.
Celebremos su generosa
provisión, el banquete que tenemos por delante, a las
personas que nos rodean y cada bendición que a menudo damos por sentada.
Y celebremos su mayor
regalo: ¡la salvación por medio de Jesús! ¡Esta es la bendición que lo cambia todo, la gracia que convierte los
días ordinarios en motivos de alegría!
Sí, ¡todos los días deberían ser el Día de
Acción de Gracias! ¿Y saben qué? ¡Con Jesús, todos los días PUEDEN serlo! Así
que hoy, hagámoslo bien: alcemos la voz, elevemos el corazón y demos gracias a
Aquel que satisface. ¡Nuestra hambre más profunda y nuestra sed más profunda!
¡Feliz Día de Acción de Gracias, amados! ¡Que
la alegría de Dios rebose en sus corazones hoy y todos los días!
Pastor Dimas

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