Thursday, July 17, 2025

Arraigados en Cristo

 

"Por tanto, de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, sigan viviendo en él, arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, tal como fueron enseñados, y rebosantes de gratitud." Colosenses 2:6-7

Hace poco, conversé con alguien que realmente amaba la jardinería. Al compartir su pasión, recordé todo lo que ocurre bajo la superficie de una planta, todo lo que nunca vemos. Mi amigo me dijo: "Debajo de cada árbol encontrarás un complejo y fascinante sistema de raíces". Esa imagen me impactó profundamente.

Curioso, investigué más a fondo. Descubrí que las raíces son mucho más que simples anclas en la tierra: son líneas de vida. Atraen nutrientes esenciales, agua y oxígeno. Estabilizan la planta durante las tormentas. Almacenan nutrientes para las temporadas difíciles. En otras palabras, si las raíces de una planta no son sanas y profundas, el resto no puede sobrevivir, ¡y mucho menos prosperar! ¡Qué imagen tan poderosa de nuestra vida en Cristo!

Arraigados y Edificados en Él

Las palabras de Pablo en Colosenses 2:6-7 nos recuerdan el fundamento de la vida cristiana. Así como recibimos a Jesucristo como Señor —por fe, con humildad y en dependencia—, debemos *permanecer* en Él de la misma manera. No con esfuerzo propio, sino manteniéndonos conectados a nuestra fuente.

Debemos estar *arraigados* en Él; es decir, nuestras vidas deben beber de Él constantemente. No ocasionalmente. No solo los domingos o mierco,es. Sino diariamente, profunda y constantemente.

·       Cuando soplan los vientos de la vida —ya sea enfermedad, pérdida, incertidumbre o miedo—, solo las raíces nos sostienen firmes.

·       Cuando llega la sequía espiritual, es el sistema de raíces invisible de la confianza, la oración y las Escrituras el que mantiene nuestra fe verde y viva.

Así como un jardinero coloca cada planta en la tierra adecuada para su máximo crecimiento, Dios nos ha plantado en Cristo. Y Cristo, a su vez, nos nutre con su Palabra, su Espíritu, su presencia y su amor.

Establecidos en la fe

Cuanto más arraigados estemos, más *establecidos* nos volveremos. No se trata de ser perfectos, se trata de estar bien cimentados. Así como un árbol con raíces profundas puede doblarse, pero no romperse, en una tormenta, un creyente arraigado en Cristo puede mantenerse firme ante las dificultades.

Pablo añade que debemos rebosar de ‘acción de gracias’. La gratitud es el fruto de alguien cuyas raíces beben profundamente del pozo de la gracia. Cuanto más comprendemos lo que Cristo ha hecho por nosotros, más agradecidos nos sentimos, no solo en los buenos tiempos, sino incluso en las épocas de prueba.

Dejar que Jesús sea el jardinero de nuestra alma

Jesús no es solo la tierra en la que estamos plantados; también es el jardinero que cuida de nuestras almas. Poda lo que necesita ser podado. Riega con compasión. Nutre con verdad. Es paciente, perseverante y se apasiona por tu crecimiento. Jeremías 17:8 describe una hermosa imagen de una persona que confía en el Señor: "Serán como árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente extiende sus raíces. No teme cuando llega el calor; sus hojas siempre están verdes. En el año de sequía no se preocupa, y nunca deja de dar fruto".

No fuiste creado para sobrevivir con tus propias fuerzas. Fuiste creado para *permanecer* en Él, para que tus raíces se arraiguen profundamente en Cristo. Dejame terminar con estas preguntas de reflexión:

        ¿Son tus raíces en Cristo sanas y profundas, o superficiales y con dificultades?

        ¿Te nutres regularmente de su Palabra?

        ¿Le permites que te estabilice y fortalezca durante las tormentas?

Quizás hoy sea el día para dejar de simplemente sobrevivir y comenzar a prosperar eligiendo permanecer en Jesús con más intención. Que el Señor te bendiga y te guarde y que el Señor permita que estas palabras puedan renovar tu espíritu.

Dr. Dimas Castillo

 

 

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