Wednesday, December 24, 2025

El Autor Inesperado

 

Imaginemos a María y José preparándose para ser padres, confiando en las promesas de Dios en medio de sus dudas, lo que fortalece la fe en Su plan.

Habían recibido anuncios angelicales y promesas divinas. Sabían que este niño era especial: el Mesías tan esperado. Seguramente Dios proveería un lugar seguro y cómodo para el nacimiento de Su Hijo. Seguramente el Rey de reyes entraría al mundo rodeado de dignidad y honor.

Pero la soberanía de Dios estaba obrando, demostrando que Sus planes superan las expectativas humanas y nos llama a confiar en Su soberanía.

Un viaje que no eligieron

Casi al final del embarazo de María, César Augusto emitió un decreto que exigía que todos en el mundo romano regresaran a su ciudad natal para un censo (Lucas 2:1-4). Para María y José, esto significaba dejar su hogar en Nazaret para un agotador viaje de cuatro días a Belén, la ciudad de David y el hogar ancestral de José. Imaginemos a María, con nueve meses de embarazo, haciendo esa larga travesía por caminos polvorientos. No era precisamente el momento ideal.

Cuando finalmente llegaron a Belén, exhaustos y desesperados por descansar, no encontraron lugar en la posada. El censo pudo haber llenado todos los espacios disponibles. O tal vez el "escándalo" que rodeaba el embarazo de María les había cerrado las puertas. Cualquiera que fuera la razón, cuando llegó el momento del nacimiento de Jesús, María y José solo tenían una opción: un establo para animales. Ella envolvió a su hijo recién nacido en tiras de tela y lo acostó en un pesebre, un comedero que aún conservaba el aroma del heno y el olor del ganado.

Seguramente este no era el nacimiento que María habría planeado para su primogénito. Seguramente no era así como el Mesías debía entrar al mundo. Y, sin embargo, era precisamente lo que Dios había ordenado.

El mensaje de Dios en el pesebre

A través del nacimiento de Jesús, Dios reveló verdades profundas sobre Su Reino: su humildad y accesibilidad reflejan Su carácter e invitan a nuestra confianza.

Nos mostró que Jesús es humilde. El Rey de toda la Creación, Aquel por quien todas las cosas fueron hechas, entró al mundo en un establo y fue colocado en un pesebre. Esta humildad radical inspira asombro y nos ayuda a sentirnos conectados con el amor accesible de Dios desde el principio.

Nos mostró que el Reino de Dios es accesible. Los primeros visitantes que vieron al Mesías recién nacido fueron pastores, hombres comunes de los campos, y más tarde, sabios de tierras lejanas. Esta apertura nos invita a sentir esperanza e inclusión, sabiendo que el amor de Dios es para todos, en todas partes.

Él nos mostró que podemos confiar en la historia. María tuvo que confiar en la historia de Dios. José tuvo que confiar en la historia de Dios. Piensen en ello: podrían haber protestado. Podrían haber exigido algo mejor. Imaginen si hubieran insistido: "¡Este es el Mesías! ¡Merecemos una habitación decente! ¡Dios, esto no es suficiente!". Pero no lo hicieron. En cambio, aceptaron la situación con fe serena, confiando en el plan de Dios, sin importar cuán extraña, incómoda o indeseable pareciera.

Desde esa actitud de entrega y en esas humildes circunstancias, Dios trajo a su Hijo, exactamente como lo había planeado. Nada estaba fuera de control. Nada fue un error.

Una invitación a confiar

Podemos confiar en la historia porque Dios es el Autor. El humilde nacimiento de Jesús no fue un accidente; fue un mensaje cuidadosamente elaborado, una imagen viva de cómo es realmente el Reino de Dios. También es una invitación personal para cada uno de nosotros a entregar nuestros planes, a dejar de lado nuestras expectativas sobre cómo debería desarrollarse la historia y a confiar en la mano fiel de Dios en nuestras vidas.

Cuando las circunstancias no coinciden con nuestros planes, cuando se cierran puertas y nos quedamos con opciones que no habríamos elegido, podemos recordar a María y a José en aquel establo de Belén. Dios estaba escribiendo una historia mucho más grande de lo que ellos podían imaginar: una historia de salvación para toda la humanidad, que comenzó en el lugar más inesperado.

Podemos confiar en la historia de Dios. Podemos confiar en Dios.

 Que el Señor los bendiga y los guarde, y que use estas palabras para renovar su espíritu.

Feliz Navidad

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