Imaginemos a María y José preparándose para ser
padres, confiando en las promesas de Dios en medio de sus dudas, lo que
fortalece la fe en Su plan.
Habían recibido anuncios angelicales y promesas
divinas. Sabían que este niño era especial: el Mesías tan esperado. Seguramente
Dios proveería un lugar seguro y cómodo para el nacimiento de Su Hijo.
Seguramente el Rey de reyes entraría al mundo rodeado de dignidad y honor.
Pero la soberanía de Dios estaba obrando,
demostrando que Sus planes superan las expectativas humanas y nos llama a
confiar en Su soberanía.
Un viaje que no eligieron
Casi al final del embarazo de María, César
Augusto emitió un decreto que exigía que todos en el mundo romano regresaran a
su ciudad natal para un censo (Lucas 2:1-4). Para María y José, esto
significaba dejar su hogar en Nazaret para un agotador viaje de cuatro días a
Belén, la ciudad de David y el hogar ancestral de José. Imaginemos a María, con
nueve meses de embarazo, haciendo esa larga travesía por caminos polvorientos.
No era precisamente el momento ideal.
Cuando finalmente llegaron a Belén, exhaustos y
desesperados por descansar, no encontraron lugar en la posada. El censo pudo
haber llenado todos los espacios disponibles. O tal vez el
"escándalo" que rodeaba el embarazo de María les había cerrado las
puertas. Cualquiera que fuera la razón, cuando llegó el momento del nacimiento
de Jesús, María y José solo tenían una opción: un establo para animales. Ella
envolvió a su hijo recién nacido en tiras de tela y lo acostó en un pesebre, un
comedero que aún conservaba el aroma del heno y el olor del ganado.
Seguramente este no era el nacimiento que María
habría planeado para su primogénito. Seguramente no era así como el Mesías
debía entrar al mundo. Y, sin embargo, era precisamente lo que Dios había
ordenado.
El mensaje de Dios en el pesebre
A través del nacimiento de Jesús, Dios reveló
verdades profundas sobre Su Reino: su humildad y accesibilidad reflejan Su
carácter e invitan a nuestra confianza.
Nos mostró que Jesús es humilde. El Rey de toda la Creación, Aquel por quien todas las
cosas fueron hechas, entró al mundo en un establo y fue colocado en un pesebre.
Esta humildad radical inspira asombro y nos ayuda a sentirnos conectados con el
amor accesible de Dios desde el principio.
Nos mostró que el Reino de Dios es accesible. Los primeros visitantes que vieron al Mesías recién
nacido fueron pastores, hombres comunes de los campos, y más tarde, sabios de
tierras lejanas. Esta apertura nos invita a sentir esperanza e inclusión,
sabiendo que el amor de Dios es para todos, en todas partes.
Él nos mostró que podemos confiar en la
historia. María tuvo que confiar en la
historia de Dios. José tuvo que confiar en la historia de Dios. Piensen en
ello: podrían haber protestado. Podrían haber exigido algo mejor. Imaginen si
hubieran insistido: "¡Este es el Mesías! ¡Merecemos una habitación
decente! ¡Dios, esto no es suficiente!". Pero no lo hicieron. En cambio,
aceptaron la situación con fe serena, confiando en el plan de Dios, sin
importar cuán extraña, incómoda o indeseable pareciera.
Desde esa actitud de entrega y en esas humildes
circunstancias, Dios trajo a su Hijo, exactamente como lo había planeado. Nada
estaba fuera de control. Nada fue un error.
Una invitación a confiar
Podemos confiar en la historia porque Dios es el
Autor. El humilde nacimiento de Jesús no fue un accidente; fue un mensaje
cuidadosamente elaborado, una imagen viva de cómo es realmente el Reino de
Dios. También es una invitación personal para cada uno de nosotros a entregar
nuestros planes, a dejar de lado nuestras expectativas sobre cómo debería
desarrollarse la historia y a confiar en la mano fiel de Dios en nuestras
vidas.
Cuando las circunstancias no coinciden con
nuestros planes, cuando se cierran puertas y nos quedamos con opciones que no
habríamos elegido, podemos recordar a María y a José en aquel establo de Belén.
Dios estaba escribiendo una historia mucho más grande de lo que ellos podían
imaginar: una historia de salvación para toda la humanidad, que comenzó en el
lugar más inesperado.
Podemos confiar en la historia de Dios. Podemos
confiar en Dios.
Que el Señor los bendiga y los guarde, y que use estas palabras para renovar su espíritu.
Feliz Navidad

No comments:
Post a Comment