Día 2: Midiendo el amor por el regalo recibido
Escritura: Juan 3:16; Romanos 8:32
Reflexión: ¿Cómo mides el amor? Juan nos da una respuesta sorprendente: mira lo que fue dado. Dios amó tanto al mundo que dio —no dinero, ni oro, ni bendiciones temporales ni consuelos pasajeros; sino a su Hijo unigénito. Su único Hijo.
Considera lo que esto significa. Dios dio a su Hijo para que compartiera nuestra humanidad: nacido de una virgen, acostado en un pesebre, experimentando nuestra fragilidad, debilidad, dependencia, vulnerabilidad, cansancio y dolor. Dio a su Hijo para que experimentara hambre y sed, dolor y pérdida, la angustia del alma y la agonía del cuerpo. Dio a su Hijo para que se hiciera pecado por nosotros, para que soportara la vergüenza y las burlas, para que fuera clavado en una cruz. Nada puede explicar completamente el amor de Dios por ti, excepto Jesucristo: nacido en un establo, viviendo en la oscuridad, muriendo en la vergüenza, resucitando en victoria y ahora reinando en gloria por ti.
Reflexión personal:
• Cuando piensas en el costo del regalo de Dios, ¿cómo afecta esto tu sentido de ser amado?
• ¿Qué significa para ti personalmente que Dios haya dado a su Hijo para que experimentara el sufrimiento y la muerte humanos?
• ¿Cómo puede la meditación sobre el regalo mismo profundizar tu comprensión del amor de Dios por ti?
Oración: Señor Jesús, Tú eres la medida del amor del Padre por mí. Ayúdame a nunca dar por sentado lo que te costó dejar la gloria del cielo y entrar en mi mundo quebrantado. Cuando dude de que soy amado, llévame de regreso a la cruz, donde el amor se manifestó con mayor claridad. Gracias por ser el regalo que revela el corazón del Padre. Amén.

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