Tolerancia. Es el lema de nuestra época. Dondequiera que miremos, se nos insta a ser más tolerantes: a usar un lenguaje inclusivo, evitar estereotipos ofensivos y confrontar nuestros prejuicios. Se nos advierte sobre la intolerancia religiosa y se nos dice que respetemos a las personas de otras religiones y que afirmemos el derecho de todos a creer lo que elijan. Como cristianos, no tenemos ningún problema con esto. La libertad religiosa es una garantía constitucional que apreciamos.
Pero aquí es donde la conversación cambia. No solo se nos pide que respetemos el derecho de los demás a creer, sino que se nos insta a proclamar que todas las religiones son igualmente válidas, que si algo "funciona para ti", entonces debe ser cierto para ti. Aquí es donde los cristianos se encuentran en la controversia.
Por qué no podemos quedarnos callados
No podemos afirmar que consideramos que
todas las religiones son igualmente válidas. Esto atrae a los críticos con
acusaciones de estrechez de miras e intolerancia. "¿Cómo te atreves a
afirmar que el cristianismo es el único camino verdadero hacia Dios?",
preguntan. No nos atrevemos porque nos guste ir contracorriente, sino porque
estamos atados a la verdad que se presenta en las Escrituras. Jesús mismo
declara: «Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por
mí» (Juan 14:6).
Esta no es una opción entre muchas. Es una
afirmación universal. Ni una sola persona, ni una sola alma, llegará al Padre
sin Cristo. El camino es angosto, sí, pero también abundantemente
misericordioso y suficiente.
Lo que esto significa para nosotros
Jesús es el Camino. Para quienes están
perdidos, hay un camino a casa.
Jesús es la Verdad. Él nos da un
fundamento sobre el cual construir nuestras vidas. En un mundo constantemente
sacudido por todo tipo de doctrinas y opiniones, Jesús nos muestra cómo
mantenernos firmes. Él revela los principios absolutos, las anclas, lo innegociable
de la vida.
Jesús es la Vida. Para quienes están
confundidos, Él une las piezas confusas. Para quienes se sienten desesperados,
Él ofrece una esperanza real. A quienes están abatidos, Él les trae sanidad y
renovación. A quienes han arruinado sus vidas, Él les extiende el perdón.
Otros caminos pueden parecer atractivos.
Otros senderos pueden parecer atajos. Pero solo un camino lleva a donde
realmente quieres ir.
Ese camino es Jesús.
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