Cuando te reúnes con tu iglesia el domingo, algo extraordinario está sucediendo. No estás trayendo el cielo para que te acompañe. Te estás uniendo a la adoración eterna que ya está sucediendo arriba.
Los santos
en la gloria están participando en una alabanza perfecta e inagotable ahora
mismo. Tu canto más apasionado, tu corazón más pleno, tu experiencia de
adoración más profunda: eso es solo un pequeño anticipo de la adoración
celestial. Estás viviendo en lo que un compositor de himnos llamó "los
suburbios de la gloria, los puestos de avanzada del cielo".
Esto cambia
por completo nuestra forma de abordar la adoración. No estamos actuando. No
estamos simplemente haciendo lo que hacemos. Estamos ensayando para la
eternidad. Cada domingo es un ensayo para la alabanza que nunca terminará. Y
aquí está lo hermoso: esta alabanza eterna no es solo para el futuro;
participas en ella ahora mismo. Cuando alabas a Dios hoy, en este momento, te
unes a una canción que comenzó antes del tiempo y continuará por siempre. Tu
voz importa en el coro eterno.
Preguntas
para la reflexión:
• ¿Ver la
adoración como un "ensayo para la eternidad" cambia mi forma de
abordar las reuniones dominicales?
• ¿Cómo
sería que toda mi vida, no solo las mañanas de los domingos, se convirtiera en
un acto de alabanza?
• ¿Estoy
tratando la adoración colectiva con indiferencia o la reconozco como una
participación en algo eterno?
Oración:
Dios
eterno, gracias porque la adoración no es solo algo que hago los domingos, sino
una preparación para la eternidad contigo. Perdóname por las veces que he
abordado la adoración con descuido o a medias. Ayúdame a comprender que me
estoy uniendo a los santos de arriba en la alabanza eterna. Transforma mi
perspectiva para que no solo mis domingos, sino todos mis días se conviertan en
actos de adoración. Haz de mi vida un canto de alabanza que me prepare para la
adoración perfecta en tu presencia. En el nombre de Jesús, amén.
Que el Señor
te bendiga y te guarde, y que el Señor permita que estas palabras te ayuden a
renovar tu espíritu.
Dr. Dimas Castillo
No comments:
Post a Comment