Lectura Biblica: Salmo 27
El miedo es real. Ya sea la ansiedad que nos mantiene despiertos a las 3 de la mañana, la aprensión antes de una conversación difícil o el temor a un futuro incierto, el miedo tiene la capacidad de paralizarnos. Todos sabemos lo que se siente cuando el miedo compromete nuestra capacidad de pensar con claridad, funcionar con normalidad o avanzar con confianza.
Pero ¿y si
nuestro miedo no es señal de una fe débil? ¿Y si en realidad es una invitación,
una oportunidad divina para apartar la mirada de la amenaza y dirigirla al
Domador de Amenazas?
En el
Salmo 27, David plantea dos preguntas penetrantes: "¿Por qué he de tener
miedo?" y "¿Por qué he de temblar?". Su respuesta nos ofrece una
guía para vencer los miedos que nos atormentan.
Cambia
tu Mirada
El primer
paso de David es brillante en su sencillez: se recuerda a sí mismo quién es
Dios. «El Señor es mi luz y mi salvación; ¿por qué, pues, habría de temer?»
Dios es su luz en tiempos de confusión, su salvación cuando se siente abrumado
y su fortaleza cuando el peligro acecha.
Cuando el
miedo te paralice, no te centres en tu insuficiencia, sino en la suficiencia de
Dios. Recuerda su carácter: Él está presente, es fuerte, sabio, amoroso y más
que suficiente para cualquier necesidad. Recuerda sus promesas: nada puede
separarte de su amor (Romanos 8), Él puede hacer muchísimo más de lo que pides
o imaginas (Efesios 3:20) y jamás te abandonará (Isaías 41:10). Repasa su
trayectoria: piensa en las maneras en que se ha manifestado en tu vida.
Acércate,
no huyas.
El
instinto de David en momentos de temor era correr hacia la presencia de Dios.
«Lo único que le pido al Señor», escribe, «es habitar en la casa del Señor
todos los días de mi vida». Él comprendió que lo que más necesitamos no son
circunstancias fáciles, sino intimidad con Aquel que controla todas las
circunstancias.
El
misionero Hudson Taylor lo expresó así: «No importa cuán grande sea la presión.
Lo que realmente importa es dónde reside: si se interpone entre tú y Dios, o si
te acerca a su corazón». El temor debe impulsarnos a la adoración, a la
oración, a la Palabra de Dios. No te aísles cuando la ansiedad aumente; reúnete
con otros creyentes, abre tu Biblia y cuéntale a Dios exactamente qué te
aterroriza.
Sigue
adelante.
David se
negó a dejarse paralizar por el miedo. Le pidió a Dios que le enseñara a vivir
y lo guiara por el camino correcto, incluso rodeado de enemigos. Sabía que la
única manera de atravesar el campo minado era seguir a Aquel que ya lo había
recorrido.
Sí,
compartir tu fe da miedo. Sí, tener conversaciones difíciles requiere valentía.
Sí, comenzar un nuevo ministerio puede resultar intimidante. Pero lo mejor
siempre es hacer lo que Dios te llama a hacer y confiar en Él para que te dé la
fuerza que necesitas.
Espera
con confianza.
Las
últimas palabras de David parecen demasiado simples: «Espera pacientemente en
el Señor. Sé valiente y audaz». Pero este no es un optimismo vacío. Como
creyentes, sabemos cómo termina la historia. El Señor reinará supremo. Seremos
protegidos y reivindicados. Esta vida es solo la portada de la verdadera vida
que comienza en su Reino.
Así que
pregúntate: ¿Confío en Dios o no? Sigue preguntándote hasta que puedas
responder con confianza: Sí. Sí, confío. Tus miedos pueden ser reales, pero tu
Dios es más grande.
Que el
Señor te bendiga, que el Señor te guarde y que el Señor use estas palabras para
ayudarte a renovar tu espíritu.
Dr. Dimas Castillo
No comments:
Post a Comment